Debemos romper con los viejos modelos educativos, olvidarnos del niño perfecto (objeto), callado. Las escuelas no deben estandarizar a los alumnos, tratarlos como almacenes de información, como si pasaran por una cadena de montaje preparándoles, para trabajar en lo que consideran de provecho en nuestra sociedad (ciencias, fábricas, industria). Si dejarles expresar, desarrollar sus talentos sus capacidades, sin poder elegir. Sino clasificarles de llegar un nivel o a otro para así poder dedicarse a una especialidad u otra.
En muchas ocasiones se equivocan en la clasificación, con lo cual abandonan, o se sienten frustrados ante su forma de visa su trabajo, siendo infelices y trasmitiendo a los demás, alimentándose de sueños pasados.
Por tanto la escuela debe de dar un giro, y convertirse en un lugar, donde el espíritu del alumno se manifieste, donde no se deja atrás la posición de investigar, innovar seguir aprendiendo. Donde el saber pensar, desarrollar los talentos están a la orden del día. El ser diferente es bueno. El no estandarizar, y “el dedicarse a la agricultura”, fomente el bienestar de los alumnos y el crecimiento, el futuro de nuestra sociedad.
Con lo cual los primeros que deben cambiar sus conceptos son todas las personas que pertenecen a la educación, para así poder tener escuelas constructivas, escuelas cooperativas, donde también compartan con los padres y demás personas su finalidad educativa, donde pongan al alcance PEC (proyecto educativo de centro, para saber que fomentan como trabajan las escuelas.
Tenemos que concienciarnos todos, para que nuestros pequeños futuros sean felices y creen una prospera sociedad.
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